jueves, 15 de mayo de 2014


"Si quieres correr corre una milla, si quieres una experiencia de vida corre un maratón" 
Emil Zatopek


¿ POR QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO?

Después  de correr esos fantásticos 10.000 metros en Rosario ocurrió lo que era de esperarse, vino el bajón. Las dos semanas posteriores estuve muy cansado, no tenía dolores musculares, pero sí no podía correr muy rápido. Esa semana hubo un descenso del kilometraje e intensidad, el horno no estaba para bollos. La primera semana fue a todo trote, ni pesas podía hacer, terminaba muerto de la corrida.
Era viernes santo, ese día aproveché  para dormir bastante, no había nadie en casa, mis padres estaban en el interior del país, mi hermano en lo de la novia, por eso llame a mi amigo Jairo y le dije "voy para ahí así almorzamos algo bueno y de tarde entrenamos". Ese día tenia cuestas, y al otro unos 20 kilómetros, de modo que llegue a su casa, almorzamos, demasiado diría, y como es debido una siesta. Eran las 19:30 y salimos a hacer las cuestas, yo me sentía raro pero de tarde siempre estoy más activado para correr. Largamos la primera. Le dije a él que salga primero así se me iba unos metros y yo trataba de agarrarlo, y así lo hice. Recuerdo que en las semanas previas al 10 mil habíamos hecho cuestas con mi hermano en donde las hacemos siempre y fueron rápidas, diferencia de uno a dos segundos de cuando no estamos tan fuertes. Me sentí genial y al otro día tendría los 20k.
Luego de levantarme tarde el sábado y desayunar bien, arranque los 20 kilómetros; debo confesar que las tiradas largas son uno de los entrenos al que más miedo le tengo antes de largar, porque generalmente duelen, y mucho. Largué e iba a un ritmo aguantado, porque necesitaba entrar en calor, pero iba medio muerto de piernas, por lo cual la idea fue buscar, a diferencia de como lo hago siempre, una velocidad estándar y seguir todo el rodaje así. Me separo de Jairo y subo un poco la velocidad, iban unos veinte minutos de carrera, y comencé a subir el ritmo, cuando de repente comienzo  a morirme, las piernas pesaban demasiado e iba sufriendo muchísimo, pero sigo corriendo porque la mejor manera de no seguir sufriendo es correr más rápido. Llegó el momento de pegar la vuelta, ya no iba sin piernas porque el ritmo era un poco más lento pero igual marcaba un promedio de 3:25, iba rodando bien y con viento en contra. Cuando por fin paso los 20 kilómetros que eran los que había decidido correr fuerte se me da por mirar los parciales y veo que en el momento donde mas estaba sufriendo era cuando venía corriendo a 3:05 por kilometro, ¡era un disparate!, seguí trotando hasta lo de Jairo y ahí se terminó la semana de entreno.
El fin de semana previo a la Maratón de Montevideo y luego de haber realizado por separado con mi hermano, un trabajo similar de más de 20 kilómetros por debajo de 3:30, surgió la pregunta ¿por qué no correr la maratón? la idea era sencilla, fácil, podemos correr 30 kilómetros a 3:30, el resto lo trotamos, nos da como para 2h30, y el premio nos viene bien. Luego de conversarlo bastante con nuestro entrenador y después de decirle que no queríamos correr la media como habíamos planeado, en parte porque no nos encontrábamos aún bien y porque realmente no teníamos ganas de correr fuerte, y si, si lo  hacíamos en la maratón era porque sabíamos que solo nos iba a costar el final, fueron algunas de las excusas para largar los 42 el domingo.
Semana previa a la carrera, sensaciones parecidas a la anterior, pero pudimos correr un poco mas rápido, ya estábamos haciendo trabajos de fuerza e hicimos un trabajo corto de pista, pero  solo para tocar el estimulo fuerte, fueron 6 x 400 con 1:15 de pausa promedio 1:03/04. Hasta ahí estaba todo hecho, ahora había que descansar y recuperar las piernas. Así fue hasta el día de la carrera.



NO QUIERO CORRERRRRRRR!!! TENGO MIEDO!!!

Domingo a las 05:00 sonó el despertador, obviamente un sueño tremendo, por lo que lo pospusimos y nos terminamos levantándonos 05:30, desayuno expréss y salimos. Era de noche,  sólo una vez corrí casi de noche, fue en el Sudamericano de Media Maratón en Buenos Aires en 2011, pero ésta era la carrera más temprano que iba a correr.
Entramos en calor como lo hacemos normalmente, las piernas las sentía dormidas pero estaba todo pronto para largar. Hay que destacar que la prueba largo absolutamente en punto, en mi reloj eran 06:57 y estaban anunciando por el altavoz que faltaban menos de tres minutos para la largada. Me dio para hacer dos progresivos y meterme en primera fila. Cuando quise acordar ya estaba en el 3,2,1 largaron. Largué un poco incomodo, era la sensación de tener que frenarte constantemente, algo que la piernas no conocían, pasamos el primer kilometro 3:28, seguía sintiéndome incomodo, sensación que no paró hasta el kilometro 10, pero no llegaré hasta ahí todavía. Cuando fuimos hasta la calle Minas y doblamos nuevamente hacia atrás por 18 de Julio empezamos a cruzarnos con todos los que venían, era mucha gente y la gran mayoría nos daban su aliento, me hizo sentir muy bien, nunca me había pasado, y de hecho paso durante toda la carrera, gente que venía con la fuerza contada y todavía gastaba un poco más para darme su aliento, debo agradecérselos de corazón porque me sentí muy querido.El día anterior a la carrera muchos me preguntaron si estaba nervioso o cómo me encontraba para la carrera. La verdad no estaba nervioso, iba a ajustarme a lo que habíamos pactado con mi hermano, 30 kilómetros a 3:30 y lo demás como podamos, la idea era entrar entre los tres primeros. Aunque me daba un poco de miedo, porque si bien el ritmo que iba a manejar era un ritmo tranquilo, ese no es el problema en el maratón, sino el famoso muro, que a veces no distingue de ritmos y sin que te des cuenta está ahí para que te des de lleno. Estaba la posibilidad de que el muro en mi carrera no apareciera, por el sólo hecho de que no correría a tope, es decir si corría a lo que debería, para hacer mi mejor marca o por lo menos una marca decente, debería haber corrido diez segundos aproximadamente mas rápido por cada kilometro, pero no era la idea. Encontrarse en buena forma y haber hecho una base de buenos kilómetros al inicio de la temporada me dejaría correr mi primer maratón sin prepararla. Algo que realmente me preocupaba era que, hacía  un par de días  me venía doliendo un poco la rodilla.  Era una molestia, pero el año pasado ya había estado mal de una rodilla y no podía correr ni dos minutos. Era una molestia, y el miedo real es que me volviera ese dolor que tuve antes, existía la posibilidad, había 42 kilómetros para que pudiera  aparecer. Pero ahí no quedó la cosa, sino que también sentía también que estaba pisando mal, o sea, sentía mucha presión sobre el metatarso  del pie derecho, y con más de dos horas corriendo tenía miedo de romper algo ahí también, comenzó  como una molestia, y sabia porque estaba sucediendo, pero no podía hacer nada para pisar de manera que no me doliera. Generalmente cuando me pasa eso es porque estoy pisando mas con una pierna que con la otra, lo podía sentir, trataba de apoyar la izquierda y era como si sólo me deslizara con ella y la derecha aguantara todo el peso.
Pensé que pasaría, como a veces me pasa en fondos largos, y por momentos me dolía tanto que cuando mi pierna derecha estaba en el aire arrollaba los dedos para que se me calmara, pero volvía nuevamente el dolor! Nunca paró  y me acompañó  los 42 kilómetros.
El tiempo seguía pasando y los kilómetros tambien, la carrera se me hacía muy rápida, sentía el ritmo muy suelto, mi hermano me decía que me frenara. Cuando pasamos el kilometro 18 marcó una hora de carrera, y seguimos al ritmo que era por debajo de 3:30. El viento estaba en contra y por momentos cruzado, venia  tan cómodo que sentía frío, no llegaba a levantar tanta temperatura como si estuviera corriendo mas al límite como en carreras más cortas. Pasamos por el kilometro 25 y mi hermano me comenta el parcial,  1h:25, le dije "si pasamos los otros 17k en una hora nos da para 2h25:00, cuando peguemos la vuelta corremos con viento a favor y vemos que pasa". A mí sólo me importaba pegar la vuelta en la Rambla y Barradas para tener el viento a favor, ahí descontaría segundos por si llegado el caso tuviera que bajar el ritmo. Después de que giré para el retorno por la rambla, me solté de tal forma, que en dos kilómetros le había sacado mas de cien metros a mi hermano, ya lo veía un poco mal, no era su forma de correr habitual, por lo que me quedé bastante y  trotando muy suave hasta que me alcanzó, ya no iba a correr tan rápido como venia, porque la idea era correr juntos. Seguimos corriendo hasta que dijo ¡pará! le pregunté como estaba, me dijo que cansado, le respondí, "dale recupérate y seguimos tranquilos". Estuvimos parados un rato y comenzamos a correr nuevamente, hasta que volvimos a parar, nos quedamos otro rato, nuestro amigo Jairo que nos vigilaba a unos metros en la bici le dio hidratación y Gatorade, volvimos a retomar la marcha  hasta que paró por tercera vez y me dijo que siguiera, le respondí "recupérate y seguí tranquilo".
Pasado el kilometro 30 comencé a sentir la sensación de calambre en el posterior izquierdo, y trataba de no hacer el recobro muy alto para que trabajara lo menos posible, igualmente ya esa altura  me había aburrido de correr y solo quería llegar.
Solo  12 kilómetros me quedaban, me encontraba bien, pero estaba preocupado porque le pase algo a mi hermano, Jairo lo vigilaba de cerca y luego se me acercó, me preguntó cómo estaba y le dije que bien, que se ocupara de Martin. Pasaron algunos kilómetros más y a la altura de Kibon  veo a Jairo y me dice que Martin había abandonado la carrera.  Recuerdo que después que terminó la carrera me contó que Martin se abrigó y le pedía que lo llevara en la bicicleta, - Jairo le decía ¿estás loco?, y Martin ya se había subido a ella. Le dijo que se tomara un taxi, pararon uno y se fue,  ahí Jairo fue a alcanzarme a mí.  Me volvió a preguntar cómo estaba y le volví a responder que bien, muy bien, pero ya estaba aburrido de correr, quería llegar, el ritmo ya no me importaba. Será porque no me lo tomé en serio o porque no estaba en los planes, pero sucedió algo que todos deben haber visto. Fue el calambre en mi posterior derecho a metros de la llegada. Ahora les voy a decir lo que  vi y pensé en ese momento.





DIME QUÉ SE SIENTE.

Después de ver el video de mi llagada que causó gran conmoción entre la colectividad del running, comentarios y publicaciones de amigos y conocidos en Facebook, debo agradecerles el apoyo, el sentimiento de compañerismo, aunque a algunos nunca los haya conocido más que por esa red social o un saludo en alguna carrera. Para algunos fue algo distinto, para otros un ejemplo de valentía, de deporte o de lo que cada uno piense o pensó en el momento que lo vio.
El hecho de no haberme tomado en serio esta maratón en el sentido de buscar una marca o correrla a tope me quitó mucha responsabilidad, nervios y no me dejó cómo podría haberlo hecho si hubiera corrido al máximo.
Si leyeron lo que les he venido contando, fui toda la carrera de forma cómoda, hablando con mi hermano, a Jairo cuando se acercaba, el temor era el volumen en este caso y no la intensidad, o sea el ritmo. Pero la gente no sabía esto, sólo mi entorno, y capaz no pensé en ese momento que sólo llegar a terminar la maratón es un logro para mucha gente, o por le menos la primera,. No es que lo haya hecho de malo, ni me crea un súper corredor, porque sólo vi como obstáculo en este caso la distancia, y confiaba demasiado en mí como para no sentir que no llegaría.
De afuera se vio lo que cada uno se imaginó, no suelo ser así a la hora de competir pero en esta ocasión  al correrla deje mis sentimientos de lado, sólo esta vez, porque generalmente tengo todas mis competencias marcadas y les doy toda la importancia a cada una de ellas ; el que me conoce sabe que me pongo mal cuando no me va bien.
Agradezco a dios por darme fuerzas en todo momento en esta carrera, porque 42 kilómetros no es poca cosa, ustedes lo saben, y faltando pocos metros sucedió, el famoso calambre.
No lo podía creer, venía muy suave, era llegar al trote, y ¿cómo se me vino a complicar un partido fácil?. Recuerdo decirme no me puede estar pasando esto, ¡que vergüenza por dios!  Me apoyé sobre mis rodillas para poder mantener el posterior estirado, pero el calambre no pasaba, de lejos controlaba el reloj que seguía corriendo, pero lo peor no fue eso, sino que se me empezó a acercar todo el mundo, me habían rodeado y entre el ruido que había no sentía lo que algunos me estaban diciendo, mi cara estaba desfigurada, no podía creer la manera en que terminaría esta carrera. Se me acercan los payasos que estaban animando el evento y querían ayudarme, pero de la organización decían a los gritos, ¡no pueden ayudarlo!.
Yo me encontraba con todas mis fuerzas, pero la gente no sabía eso, sólo querían ayudarme, recuerdo decirles ¡estoy bien, estoy bien!
Sin dudas quedarme ahí  parado acalambrado, hizo que me muriera de vergüenza, nadie sabía, mi cara no era de dolor, sino que me sentía patético, un idiota que estaba haciendo el ridículo, ¡tenía que irme rápido de ese lugar!. Recuerdo la frase, "vámonos que nos vieron" y seguí caminando, llegue enojado con lo que me había pasado y pensando en el papelón que había hecho, sinceramente así lo pensé. Pero los días posteriores me dijeron otra cosa que realmente me dejó de cara. Había hecho historia sin quererlo ni pensarlo: la primera Maratón de Montevideo había tenido al primer uruguayo dejando todo en los últimos metros, si yo no lo sentí así, el cuerpo así me lo manifestó.




YA NO PUEDO NI PENSAR. 

No me había puesto a pensar hasta que me lo dijeron, "fui el primer uruguayo",  cosa que no sentí en el momento ni lo siento nunca, a no ser que corra afuera del país. Estoy acostumbrado  a correr con Aguelmis y para mí es como los demás corredores, lo conozco desde que llegó a Uruguay,  como también a Rafael su entrenador, pero mucha gente me resaltó  y se emocionó con eso, de manera que en la televisión me nombraron como "el mejor uruguayo" - aunque me hayan dicho "Martin" -  y en Facebook varias personas me lo recordaron sintiéndose orgullosos de que yo represente al país en esa maratón.

Los corredores de calle son más apasionados que los atletas que compiten en la pista, son más amateurs y realmente disfrutan cuando corren, corren lo que sea, cuando sea y donde sea, es  la diferencia de cuando corremos en pista,  parte de ese disfrute es cuando obtenemos lo que conseguimos, y no quiero generalizar pero yo lo siento así, por lo menos en mí.


NO SÉ SI VUELVO, ME ABURRÍ.

Luego de un rato de terminar la carrera y ya hablando con mi entrenador, me dijo "ahora a preparar Buenos Aires", le contesté "no sé si corro, me aburrí en ésta" y la verdad es que también tengo miedo, 3:30 no es lo mismo que 3:16/3:18, queda hasta octubre, tengo otros objetivos antes, igual o más importantes, veremos que sucede...
Muchas gracias por leerlo y por su apoyo. Saludos 

4 comentarios:

  1. A 3'15'' no te vas a aburrir ... hacer 42 casi al ritmo de 10k asusta un poco, pero no se como termina saliendo

    ResponderEliminar
  2. Tremendo tiempo,, dejá . Yo no eh corrido más de las de 10, pero ese tiempo calculo pongo en una media jeje. Sin palabras!!

    ResponderEliminar
  3. Hola! perdón que recién respondo! La verdad que fue muy emotiva tu llegada en la maratón. Y no veo porque sentiste vergüenza! Todo por el contrario! La gente vio que estabas cansado y acalambrado y querían que terminaras! Y al final vas a correr la maratón de bs as?
    Abrazo!

    Javier

    ResponderEliminar