Los Idus de Marzo…
Luego de arrastrarme en la Doble San Antonio
seguiría corriendo, apostando a estar mejor descansado y haciendo un buen trabajo de calidad en la semana podría tratar
de correr decentemente.
El trabajo de calidad seria tres miles por
debajo de 2:50 cada uno. El primero marco 2:51 y terminé con el pecho ardiendo
y las piernas llenas de láctico. La sensación era como haber testeado mil metros, largué la segunda
y a los 150 metros ya no corrí mas. Muy incómodo, el pecho era un fuego y las
piernas dolían, habría que tratar de descansar y apostar a la supercompensación,
ya que lo que había pasado esa mañana en la pista no era más que el efecto de
la fatiga acumulada de los viajes y el curso de entrenador.
Día de la carrera,
no había ninguna sensación, ni mala ni buena, solo esperaba largar. Hay quienes
saben más o menos como se van a sentir en la carrera cuando hacen los
progresivos, yo creo que es un buen indicio. Ahí no sentí nada tampoco, de modo
que largué. Primera vuelta normal, tratando de acomodarme, pero se me vino como
un DéJá
vu, o sea, esto ya lo vi. Lo visto era la sensación que tenía en las
piernas, como que estas piernas no son mías, no respondían, estaban como adormecidas.
No les ha pasado que a veces están corriendo suave y las piernas están como
tontas? Que agarran un desnivel del terreno y se van hacia abajo o a un
costado, se les tuerce un tobillo o algo de eso? Era como esa sensación, de no
poder controlar perfectamente las piernas. Era lo que pensaba durante la
segunda y tercer vuelta mientras trataba de acomodarme también me veía morirme, ir demasiado
incomodo, sé que tampoco voy a ir tirando flores, pero no iban mil metros y mi situación
no era la mejor, cuando aún debería ir fresco.
Cuatro vueltas y sufría como condenado, “hasta
acá llegó mi amor” 1850 metros duró mi carrera, además de no sentirme
físicamente bien, tenía mi cabeza con algunos problemas personales que se
habían tomado mis pensamientos toda las semana. Lo cual había jugado en mi
contra también y aunque si uno dice no tiene nada que ver, si lo tiene y mucho.
Si uno está en la mejor forma física y está muy descansado, pero tiene la
cabeza en problemas, pensando cosas que lo preocupan, o problemas que resolver,
eso les puedo asegurar que es peor que descansar menos. Estamos acostumbrados a
él estimulo físico, a la fatiga muscular, y cuando vamos entrenando duro, la
mente lo único que piensa es en seguir, en darle más y más. Sin embargo, ¿no
han tenido entrenamientos en los que debían rendir y han tenido ese día un
problema o se enteraron de algo grave que los preocupa, o problemas para
resolver, o lo que sea y no han podido ni con la primer serie, o a la mitad han
parado porque no pueden más? Bueno a lo mejor estábamos estupendos pero esa vez
la cabeza ha podido más, y ha bloqueado el resto del sistema, y no es algo que
yo invente, es algo que es real.
Pero siguiendo con lo que les contaba, ese 5000m era solo para ver cómo me
encontraba, que tampoco era algo muy válido por que no me iba a decir
exactamente como estaba sino estaba bien descansado. Luego de abandonar esa
carrera solo pensaba en recuperarme y volver a correr, como todo corredor hace
cuando le va mal.
Segundo tiro... había acumulado dos semanas de
entrenamiento bastante buenas, entre ellas, había logrado el mejor registro en
el circuito que uso para hacer los 20k con 1h09:30, eso me daba expectativas de
que la próxima carrera podría ser mejor, y hasta podría intentar bajar mi mejor marca. Semana previa con doble turno hasta el día jueves. Entrené bien, el día
previo donde solo suelo hacer una entrada en calor sentí las piernas deshechas,
gemelos, cuádriceps, posteriores, rodillas, espalda, todo.
Día de la carrera, entrada en calor normal, no
sentía nada, ni bueno ni malo, unos progresivos,
tampoco sentía mucho, me ponía nervioso eso. Acordé con mi hermano tirar dos
vueltas cada uno, tiré las primeras dos al ritmo pactado, luego me dejo pasar y
me pongo tras de él, luego de haber pasado el 2000 sentí como se me endurecían
los posteriores, trate de seguir con el ritmo pero era como si viniera con el
freno de mano puesto, el ritmo de 1’09 por vuelta se me convirtió en 1’13, en
el cual dije voy a aflojar esta vuelta, que se me vaya el dolor y corro de
nuevo. Esa vuelta marcó 1’17’ y dije ahora a tratar de bajar, 1’13 marco la
siguiente y al dolor en posteriores se le sumo el de cuádriceps, mi cara estaba
desfigurada y no podía hacer nada por más que lo intenté en correr más rápido,
miraba las vueltas, 1’13, 1’13, suena la campana y termine nuevamente en 1’13.
Mire el reloj a ver que día, y era lo que me esperaba, un 15’06 divino, si
sacaba cuentas eso me daría para unos 31’10’’ o más en 10.000 metros, y me
decía no puedo andar tan bajo, estoy entrenando mejor que eso y sabía que tampoco
se me habían dado bien las cosas en esta carrera, solo la termine a lo que
pude, para sumarla como entrenamiento.
Debía analizar que pasó en
esta carrera, y recordé que cuando
estuve con el masajista me dijo tenes los posteriores hechos bolsa, le
pregunto, ¿en serio? Me dice, “si, tu posterior es una contractura sola, y
encima de eso tienes otra contractura, así que imagínate”.
Ahora solo debía pensar en meter un buen estimulo
en la semana, descansar todo lo que pueda y recuperar las piernas. Esa semana
solo un turno, los fondos suaves,
estirar bien esa zona para sacar las contracturas, descansar lo más que
pueda, y cuando tuviera el masajista que me arregle las patas.
Miércoles, hice un trabajo corto de pista pero
que me dejo KO. El jueves tenía el masajista, le dije, no pierdas tiempo en lo
demás, arreglame los posteriores. Trabajó un buen rato en ellos y encontró dos
grandes contracturas en las fascias, me las dejo lo mejor que pudo, luego me
mandó a estirar bastante.
Viernes, entrada en calor y buen estiramiento, las
patas no decían nada, restaba descansar. Sábado, me desperté bastante bien,
sentía las patas raras, y no sabía si era mi imaginación por los nervios o
realmente no estaba bien. Luego de
almorzar me tire un rato e intente dormir, pero no pude, me había levantado
hacia cuatro horas, apronté las cosas y me fui a la pista. Llegue y me reuní
con mis alumnos y unos amigos. Llego la hora
de la verdad, entre en calor normal, y largué.
La salida se hizo algo incómoda, se metieron
adelante los que terminarían tercero y cuarto, y los primeros 200 metros fueron
muy lentos, por lo cual cambiamos rápido para acomodar la vuelta. Me puse detrás de Andrés Zamora, el correría fuerte,
luego de que pasáramos los 1000 metros intentaría irme adelante.
Luego de los
mil metros comencé a morirme y no podía mantener su paso, me dije, ¡dios no me
hagas esto ahora!, cuando pasamos por el control me grita mi entrenador, 1’08’’,
fueron dos o vueltas así, con razón
venia de los pelos.
Pasamos el 2000 y no pude aguantar, se me escapó unos diez o
quince metros, y solo quería aguantar el
ritmo por más que él estuviera adelante, iba sacando cuentas y si no me moría
mucho correría en una marca aceptable. Lo cierto es que pase el 3000 y solo
pensaba en que faltaban cinco vueltas, yo seguía sacando cuentas y comencé a
escuchar el aliento de mi entrenador y mis amigos gritándome como locos, los
parciales decían, 1’12’’, si mantenía ese 1’12’’ correría bien igual. De golpe
siento lo que una vez el “canario” Cristian Rosales dijo “estaba esperando la
segunda bocanada de aire” las piernas me dolían pero sentía que podían
aguantar si me la jugaba.
Miro hacia
adelante y Zamora estaba a cinco metros, lo fui a buscar, lo pasé y comencé a
correr los últimos mil metros, el parcial del 4000 fue 3’00, los que corremos
en pista sabemos que en el último de
venir más o menos enteros podemos recuperarlo dejando la vida en la última
vuelta. Faltaban dos vueltas, y entrando a la recta opuesta ya veía a mi
entrenador a los gritos, saltando, diciéndome de todo, también mis amigos me
gritaban, yo ya estaba primero, debía tratar de que no me pase pero al estar
adelante no podía ver sus movimientos ni la táctica que él fuera a usar, no
quería que me sorprendiera y pudiera dejarme sin reacción. Ahora solo
faltaban 600 metros y ya sabía lo que iba a hacer, luego que sonara la campana.
Ultima vuelta, miro el reloj y decía 13:27, para mejorar mi marca debía correr
en 1’04, pero tampoco me importaba mucho,
ahora quería ganar la carrera. Comencé a levantar el ritmo, soy más rápido que él, si intentaba pasarme solamente lo seguiría de atrás, y correría los últimos
200 metros.
Llegué a los últimos 200 metros, se pueden imaginar lo que fueron
los gritos de los que estaban ahí, y corrí, tan fuerte como pude, no sentía sus
pasos ni su reparación, y me jugué el último cambio a la recta final. Miro el reloj y
decía 14:31, un segundo debajo de mi mejor marca realizada seis años atrás.
Troté hasta donde estaba mi entrenador y nos fundimos en un abrazo, él estaba más
contento que yo, se emociona muchísimo, más aún creo por todas las malas que
habíamos pasado, y ganar la carrera exactamente como él me lo había planteado fue lo que lo hizo poner asi. A
diferencia de la semana anterior donde me dije que estaba para 31:10 en 10.000m hoy podía decir que estaba en 30:00, estaba metido de nuevo en el juego, la
semana pasada Zamora había corrido en 14:29 y Pablo Gardiol los 10.000 metros
en 30:04, sentía que se podía haber
corrido un poco más rápido, pero no se dió.
Luego del torneo me fui a comer
unas pizzas con unos amigos que corrieron y vieron la carrera desde afuera. Uno
de ellos me manifestó que fue un espectáculo, le dije ¿en serio? Me respondió “si, tu remate estuvo muy bueno, la última
recta volaste” yo solo sentía que tenía que correr rápido jajá.
Luego de
pensarlo un rato, ya había caído y sabía que puedo correr un poco mejor aún, la
próxima semana está el Grand Prix Sudamericano Darwin Piñeyrúa donde habrá
nivel en los 5000m, me jugaré todas las cartas.