jueves, 8 de mayo de 2014

29:46 RUN LIKE HELL


RUN LIKE HELL

Lo más difícil del alto rendimiento no es llegar sino mantenerse, es caminar por un hilo delgado haciendo equilibrio, donde si nos caemos debemos volver a empezar el recorrido.
Luego de terminar de correr los 5.000 metros del Grand Prix "Darwin Piñeyrúa", me encontré en el vestuario con Luis Molina (argentino) y me mencionó la copa argentina de 10.000 metros, donde se juntarían para buscar marca, Federico Bruno - actual campeón de los 1.500 en los Juegos Odesur -, Mariano Mastromarino  - bronce también en los Odesur en los 3.000 metros con obstáculos -, Matías Schiel - que estaba volviendo de la inactividad y estaba levantando su rendimiento ; también estaría Andrés Zamora, con el que veníamos corriendo una seguidilla de carreras en forma muy pareja. 
Tomada la decisión de asistir al torneo, que era tres semanas después del Grand Prix, debíamos modificar la planificación de manera que nos dejara preparados para una prueba muy dura como son los 10.000 metros.
VIERNES: Salimos de Montevideo, mi hermano, nuestro amigo Jairo y yo. Llegamos a Buenos Aires sin complicaciones, almorzamos, pasamos por la tienda de New Balance a comprar algunas cosas, tomamos algo de merienda y nos fuimos a Retiro a tomar el bus hacia Rosario.
Con el tránsito denso el bus demoró un poco más de lo normal, pero ya teníamos el hotel reservado, así que sólo faltaba instalarnos, dejar los bolsos, salir a cenar para luego dormir tranquilos.
SABADO: Dormimos bien  toda la noche, nos levantamos a desayunar y volvimos a la cama.  Nos entretuvo un buen rato la Tele y un  juego de competencias de motos en el celular.
Habíamos acordado salir a trotar cerca del mediodía así luego almorzábamos y nos acostábamos a dormir una siesta.  A eso de las 13:00 horas salimos hacia la zona del estadio Jorge Newbery donde competiríamos para mostrárselo a Jairo que no lo conocía.
Con el trote de ese día esperaba que se me fuera un poco el dolor y la hinchazón que tenía en las piernas producto del viaje y las vueltas que habíamos dado. Llegamos a la pista, estaban en un torneo, fuimos hasta una de las canchas que están en el fondo, trotamos una vuelta y encaramos rumbo al hotel. 
Yo seguía con las piernas ''raras'' de modo que comencé a correr más fuerte a manera de estirar la zancada, o sea, utilizar el largo total para ver alguna sensación extraña que pudiera tener.  Luego de esos metros corriendo más rápido, seguimos trotando suave, y unos metros antes de llegar hicimos unos progresivos. Seguía sin novedad de cómo estaban mis piernas. Subimos al cuarto, estiramos, un baño y a almorzar.
Al regreso nos acostamos a mirar televisión, lo hicimos durante una hora y luego nos dormimos una siesta de dos horas aproximadamente.
Ya despierto revisé mi facebook y tenía un mensaje de Matias Schiel que me preguntaba si ya estábamos en Rosario, le dije que sí y entonces acordamos salir a cenar juntos. Nos pasó a buscar en auto y salimos rumbo al centro, buscamos en un par de sitios y nada nos convencía, hasta que nos decidimos por un tenedor libre, una buena opción para comer lo que quisiéramos... Ya estábamos aburridos de pizza, lo veníamos haciendo desde el viernes, pero a mí no me molestaba, sólo quería cambiar por pasta, una ensalada y un poco de carne.
Luego de la cena dimos unas vueltas por la ciudad y volvimos al hotel, miramos otro poco de televisión y nos dormimos.
DOMINGO: Nos despertamos, prendimos la tele, jugamos un poco con el celular (era una competencia entre los tres en un juego de motocross) y bajamos a desayunar.
Subimos, ordenamos todo el desastre que teníamos en el cuarto y nos acostamos otro rato (había que ahorrar energía)
Almorzamos en un sitio a dos cuadras del  hotel, tallarines con salsa y queso y una Pepsi fue el menú.  Al terminar, volvimos para descansar nuevamente hasta que sea la hora de irnos.
El día estaba nublado y no había casi viento. El sábado nos había dejado preocupados fundamentalmente porque sí hubo viento. Haber venido para tratar de hacer una marca y que te toque un día con viento es tener bastante mala suerte,  pero todo estaba ayudando y el clima se estaba poniendo ideal para correr.
Eran las 15:00 hs y ya salíamos, juntamos todo y partimos hacia la pista. Enseguida nos juntamos con los argentinos, fuimos a buscar el número de la carrera y nos sentamos en las gradas a hablar y ver las distintas series que había antes de nuestra carrera que era la última.
Algo que debo resaltar: cómo sin hablarnos casi nunca, por más que somos amigos en facebook y las competencias que nos vemos son pocas, podemos tener una amistad deportiva con atletas de otros países, en este caso con los argentinos. A casi todos los conozco de años, pero es como si nos viéramos siempre.
Llegamos a la pista y ya me cruce con uno, después vino otro y así seguimos... Nos juntamos toda la elite de los corredores de fondo, tres uruguayos y cuatro argentinos, como si nos viéramos todos los días, charlando de entrenamiento, viendo las carreras que antecedían a la nuestra, entrada en calor juntos, chistes que hacemos mientras corremos... No siempre se dan esas cosas sabiendo que somos rivales directos.
ALEA JACTA EST: La suerte está echada.
Momento de entrar en calor. Comenzamos a hacer la movilidad cuando alguien nos avisa que nuestra serie no sería la siguiente sino que habría una antes por la cantidad de gente que había en la categoría mayores. Fuimos todos a averiguar y nos confirmaron que debíamos esperar otros cuarenta minutos aproximadamente.
Ahora sí, nos preparamos nuevamente para entrar en calor. Como les conté antes, éramos los tres uruguayos y los cuatro argentinos. Corrimos por fuera del estadio, alrededor del hipódromo y un parque inmenso donde mucha gente estaba jugando al fútbol.
Iban dieciocho minutos y ya casi estábamos prontos. Volvimos a entrar al estadio, estiramos, hicimos los ejercicios de técnica y nos cambiamos para entrar a la pista.
Ya adentro, comenzamos a hacer progresivos hasta el momento en que empezaron a llamarnos para la presentación: todos en fila mirado hacia la tribuna esperando que nos nombren para saludar. 
Lo hicimos y retomamos con un par de progresivos más hasta que llegó la  hora de largar. 
Nos acercamos a la línea, cuando nos dieron la voz de a sus marcas, me ubiqué en el andarivel 5 o 6. Siempre lo hago así, para salir rápido por fuera y poder ubicarme rápidamente delante. 
Muchas veces sucede que corredores que tienen un tiempo mayor al tuyo salen en punta y no te dejan pasar, y complican la salida.
En charlas de facebook habíamos acordado tirar entre todos los que corriéramos en punta para poder hacer una buena marca. Luis Molina  dijo "tiro el primero!" y de hecho cuando sonó el disparo de largada se puso en primera posición. En el paso de los primeros doscientos metros, donde generalmente controlamos el ritmo, marcó unos treinta y cinco segundos,  pero cuando llegamos a los cuatrocientos la vuelta marcó 1'12''. Inmediatamente mi hermano se puso primero al tomar la curva. Cuando vi el 1'12'' en el reloj salí detrás de él,  y la segunda vuelta fue a 1'10''. 
Al iniciar la tercera, y luego de hacer la primera curva, le dije que se abra, me quedé yo primero, él detrás de mí, y así comenzamos a tirar una vuelta cada uno.  Habíamos ido a correr para hacer una buena marca y si nadie tiraba o no podían hacerlo más rápido, yo lo iba a hacer. Estaba corriendo para mí, no me interesaba si después no podía aguantar el ritmo o se me iban yendo las vueltas. 
Seguimos vuelta tras vuelta corriendo solos en punta con mi hermano. El pelotón con los otros cinco venía algunos metros detrás. Yo estaba corriendo sin reloj, de modo que solo podía ver el tiempo total en los dos relojes que había en la pista, uno en la llegada y el otro en la curva de los 200 metros.

Veía el tiempo mientras sacaba cuentas, pero me perdía con los números ya que no podía distraerme demasiado pensando en eso, sólo prestaba atención a cuando se daba el parcial cada mil metros para ver qué margen tenía para debajo de treinta minutos.
Al iniciar la tercera, y luego de hacer la primera curva, le dije que se abra, me quedé yo primero, él detrás de mí, y así comenzamos a tirar una vuelta cada uno.  Habíamos ido a correr para hacer una buena marca y si nadie tiraba o no podían hacerlo más rápido, yo lo iba a hacer. Estaba corriendo para mí, no me interesaba si después no podía aguantar el ritmo o se me iban yendo las vueltas.
Seguimos vuelta tras vuelta corriendo solos en punta con mi hermano. El pelotón con los otros cinco venía algunos metros detrás. Yo estaba corriendo sin reloj, de modo que solo podía ver el tiempo total en los dos relojes que había en la pista, uno en la llegada y el otro en la curva de los 200 metros.
Les decía antes que tengo muchos conocidos en Argentina, y algo que hay que destacar es que todos ellos daban aliento, no sólo a sus compatriotas, sino también a nosotros. Cuando lo lógico sería que nadie hinche por ti en otro país, el grito de "¡Vamos uruguayos!" lo podía sentir en varias partes de la pista, y lejos de que sean cálidos y simpaticemos con ellos, creo que de algún modo esa acción de parte de ellos se explicaba por el espectáculo que estaba aconteciendo: había dos tipos corriendo solos, hermanos mellizos, tirando una vuelta cada uno separados del pelotón y corriendo para un ritmo debajo de treinta minutos. ¡Que levante la mano el que vio correr a alguien por debajo de treinta minutos!. El estadio estaba viendo un gran espectáculo y de concretarse seria una carrera única en ese estadio, por el final que tuvo y por cómo se dio la carrera. 
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Iban pasando la vueltas y tenía a Florencia Borelli alentándonos en la recta principal. En la curva luego de pasar la llegada, pude escuchar a Jorge Basarico. También había más gente que no sé quiénes eran, no pude distinguirlos a lo lejos, pero también nos alentaban. En la mitad de esa curva estaba nuestro amigo Jairo que dejó los pulmones gritándonos, tambien a Mariela Ortiz por ahi tambien la habia visto.
La pista estaba quedando oscura,  la veía oscura. El lugar donde estaban los relojes brillaba y era el punto donde había más luz. No recuerdo ni qué pensaba, y de hecho no sé ni qué se piensa en una carrera, y tengo más de diez años corriendo. Todas son diferentes. 
Recuerdo que antes de pasar los cuatro mil metros le digo a mi hermano, "hay que correr hasta el cinco, después hay que aguantar" , y parte de lo que pensas es en no quedarte, en aguantar el dolor, si lo hay!. En esta carrera no sentí dolor, nunca fui muriéndome como en otras, mis piernas iban increíbles, y el hecho de no sentir dolor no es porque fuera cómodo; cuando estás en buena forma la carrera es así, se hace más fácil que de costumbre, y solo te librás del dolor muscular, pero debes poner tu energía en mantener el ritmo, que inconscientemente está cayendo vuelta tras vuelta y no porque te estés muriendo, sino porque las fracciones de segundos empiezan a sumar y al final el parcial se dispara.
Antes de entrar en calor para la carrera me dolía todo, muchas veces es de los nervios,  aunque digamos o pensemos no estarlo el cuerpo se "ataja" para lo que viene, sentía duras las piernas, y recuerdo que los posteriores me molestaron los tres días anteriores. Cuando estuve con mi masajista el día jueves fue una de la cosas en las que le hice hincapié que debía arreglarme, hizo lo mejor que pudo y ese mismo día los sentí mucho mejor, pero el viaje y un poco de la caminata que hicimos con los bolsos el viernes me dejo las piernas muy rotas, o por lo menos así lo sentía. Recuerdo estar acostado mirando televisión mientras me masajeaba un poco y me dolía tremendamente. Además de sentirlos contracturados también veía las piernas hinchadas, y tenía miedo de que me fallen en esta carrera que era muy importante, era de esas carreras que si o si no te puede ir mal, y a veces no depende de cuánto empeño le pongas, porque cuando tienes un mal día, tienes un mal día.
De nuevo en la carrera, las vueltas pasaban, no podía controlar el tiempo ya que no tenia reloj, solo veía el tiempo total en los relojes que había mencionado, y sacaba cuentas del margen que nos quedaba, aunque ya sobre el final de la carrera no sabía ni que números veía y en un rato les diré por qué.
Si me pongo a pensar en toda la carrera, sólo recuerdo de a momentos... Algunos  de cuando cambiábamos de posición, el de adelante se abría para que el otro pase y así comenzara a tirar. También recuerdo la pista más oscura de lo que realmente estaba, lo pude comprobar con una filmación que luego vi de la carrera.
Las vueltas seguían y ya no sabía que decía el reloj. 
Cuando faltaban  seiscientos metros siento los pasos de alguien, miro hacia la derecha y era Federico Bruno que me pasaba. Lo peor estaba sucediendo, no entendía nada. También Luis Molina estaba ahí y me pasa en la curva.
Ya entrando a la recta principal y por pasar a la última vuelta, me encontraba en cuarto lugar, y pensaba - ¡esto no me puede estar sucediendo! -, trataba de seguirlo y era como si no pudiera ir más rápido. Parecía un sueño, y los corredores deben haber tenido varios, sobre todo antes de la carrera. Sueñan que están corriendo y se les escapan los adversarios y no pueden correr, tratan de todas las formas correr tras de ellos y no pueden moverse, es como en cámara lenta. Todo es gris y oscuro... así lo sentía yo, y no lo sentiría sólo en esa parte de la carrera, sino que me volvería a pasar nuevamente en la última vuelta.
Última vuelta, suena la campana. La gente que estaba observándola se imaginaba una carrera donde quizás, si Andrés Zamora no hubiese levantado el ritmo, nunca nos habrían agarrado.

La última vuelta se transformó en la más rápida que hice en cualquier carrera de pista.
Me encontraba cuarto y tomaba la curva que estaba oscura, los seguía de atrás pero habían levantado aun más el ritmo, sólo podía ver como se me iban y no podía perseguirlos, y peor aún, sentía pasos detrás de mí y no me animaba a mirar a cuánto venían. 
Estaba entrando a la recta opuesta, faltaban menos de trescientos metros, ahora doscientos cincuenta, y miro hacia la derecha y me pasa Andrés Zamora, me pasa de una forma que me deja parado y todo intento que hice fue en vano. Sin duda trate de aumentar la velocidad pero se me iba, y se me seguía yendo... Ahí ya no pensaba, me había quedado sin respuesta. Detrás venía alguien más, era Mariano Mastromarino, ésta vez no iba a dejar que me pasen. Llegando ya en frente al reloj de la curva de los doscientos, veo un 29:16, 29:17 que brillaba, todo iba en cámara lenta... Tenía mil cosas en la cabeza, ya no veía a los de adelante, y pienso, - con treinta y tres segundos me da por debajo de 29:40 - , ahí se puede ver el grado de fatiga que tenía que ni sumar podía ya. 
Sentir que podía correr por debajo de esa marca me dio fuerzas y todo pasó de estar en cámara lenta a estar en una velocidad más rápida. Es cuando comienzo a correr los últimos doscientos metros. La curva estaba muy oscura, y en la mitad de ella paso a Andrés Zamora, que al igual que lo había hecho cien metros atrás conmigo, lo dejé parado. Y seguí corriendo, creo que quería alcanzar a mi hermano y decirle, "corré que nos da".
Luego de entrar a la última recta  paso a Luis Molina y voy a buscar a mi hermano, pero no me dio la distancia, se me había terminado la carrera. 
Miro el reloj de llegada, decía 29:46. Ahí comprendí todo, había "enloquecido" y  no había sumado bien. Pensé de repente que estuvimos tan cerca de la marca. Sentía una pena inmensa porque lo habíamos hablado antes con mi hermano, él creía que estaba difícil hacerla, pero yo sentía que era posible, sentía que tenía que hacerla, era mi oportunidad de poder estar nuevamente en un campeonato internacional  de pista.
Trotamos una vuelta a la calma y así como corrí la carrera y todo transpirado, me despedí de mis conocidos y juntamos todo para irnos. En veinte minutos salía nuestro bus hacia Buenos Aires. Tenía botellas en mi mano, ropa suelta, dos pares de championes y la mochila, tiramos todo en un taxi y nos fuimos a la terminal. Andrés Zamora se nos había sumado y no tenia pasaje, le dijimos anda volando a sacarlo, pudo conseguir uno. Me terminé de vestir casi subiendo al bus.
Comenzó el viaje, hablamos un poco y se apagaron las luces. Miraba por la ventana, todo estaba oscuro y descampado, no podía dejar de pensar en la carrera, pensaba miles de cosas, entre ellas la posibilidad de volver a correr 10.000 metros, volver a intentarlo, pero lo veía lejano, sabía lo que me había demandado ésta carrera,  la "deuda de oxígeno" y "muscular" que aun debía pagar. 
Atrás quedaba el 30:36 con el que en 2008 hice la marca para el sudamericano Sub 23, y también ya era historia el 14:32 que hacía un mes había bajado
Me encontraba en la cúspide de mi carrera deportiva, y debía pensar qué movimientos hacer para tratar de estar en el Iberoamericano. Veremos que sucede...
Atrás quedaba el 30:36 con el que en 2008 hice la marca para el sudamericano Sub 23, y también ya era historia el 14:32 que hacía un mes había bajado.
Me encontraba en la cúspide de mi carrera deportiva, y debía pensar qué movimientos hacer para tratar de estar en el Iberoamericano. Veremos que sucede...

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