jueves, 15 de mayo de 2014


"Si quieres correr corre una milla, si quieres una experiencia de vida corre un maratón" 
Emil Zatopek


¿ POR QUÉ, CÓMO Y CUÁNDO?

Después  de correr esos fantásticos 10.000 metros en Rosario ocurrió lo que era de esperarse, vino el bajón. Las dos semanas posteriores estuve muy cansado, no tenía dolores musculares, pero sí no podía correr muy rápido. Esa semana hubo un descenso del kilometraje e intensidad, el horno no estaba para bollos. La primera semana fue a todo trote, ni pesas podía hacer, terminaba muerto de la corrida.
Era viernes santo, ese día aproveché  para dormir bastante, no había nadie en casa, mis padres estaban en el interior del país, mi hermano en lo de la novia, por eso llame a mi amigo Jairo y le dije "voy para ahí así almorzamos algo bueno y de tarde entrenamos". Ese día tenia cuestas, y al otro unos 20 kilómetros, de modo que llegue a su casa, almorzamos, demasiado diría, y como es debido una siesta. Eran las 19:30 y salimos a hacer las cuestas, yo me sentía raro pero de tarde siempre estoy más activado para correr. Largamos la primera. Le dije a él que salga primero así se me iba unos metros y yo trataba de agarrarlo, y así lo hice. Recuerdo que en las semanas previas al 10 mil habíamos hecho cuestas con mi hermano en donde las hacemos siempre y fueron rápidas, diferencia de uno a dos segundos de cuando no estamos tan fuertes. Me sentí genial y al otro día tendría los 20k.
Luego de levantarme tarde el sábado y desayunar bien, arranque los 20 kilómetros; debo confesar que las tiradas largas son uno de los entrenos al que más miedo le tengo antes de largar, porque generalmente duelen, y mucho. Largué e iba a un ritmo aguantado, porque necesitaba entrar en calor, pero iba medio muerto de piernas, por lo cual la idea fue buscar, a diferencia de como lo hago siempre, una velocidad estándar y seguir todo el rodaje así. Me separo de Jairo y subo un poco la velocidad, iban unos veinte minutos de carrera, y comencé a subir el ritmo, cuando de repente comienzo  a morirme, las piernas pesaban demasiado e iba sufriendo muchísimo, pero sigo corriendo porque la mejor manera de no seguir sufriendo es correr más rápido. Llegó el momento de pegar la vuelta, ya no iba sin piernas porque el ritmo era un poco más lento pero igual marcaba un promedio de 3:25, iba rodando bien y con viento en contra. Cuando por fin paso los 20 kilómetros que eran los que había decidido correr fuerte se me da por mirar los parciales y veo que en el momento donde mas estaba sufriendo era cuando venía corriendo a 3:05 por kilometro, ¡era un disparate!, seguí trotando hasta lo de Jairo y ahí se terminó la semana de entreno.
El fin de semana previo a la Maratón de Montevideo y luego de haber realizado por separado con mi hermano, un trabajo similar de más de 20 kilómetros por debajo de 3:30, surgió la pregunta ¿por qué no correr la maratón? la idea era sencilla, fácil, podemos correr 30 kilómetros a 3:30, el resto lo trotamos, nos da como para 2h30, y el premio nos viene bien. Luego de conversarlo bastante con nuestro entrenador y después de decirle que no queríamos correr la media como habíamos planeado, en parte porque no nos encontrábamos aún bien y porque realmente no teníamos ganas de correr fuerte, y si, si lo  hacíamos en la maratón era porque sabíamos que solo nos iba a costar el final, fueron algunas de las excusas para largar los 42 el domingo.
Semana previa a la carrera, sensaciones parecidas a la anterior, pero pudimos correr un poco mas rápido, ya estábamos haciendo trabajos de fuerza e hicimos un trabajo corto de pista, pero  solo para tocar el estimulo fuerte, fueron 6 x 400 con 1:15 de pausa promedio 1:03/04. Hasta ahí estaba todo hecho, ahora había que descansar y recuperar las piernas. Así fue hasta el día de la carrera.



NO QUIERO CORRERRRRRRR!!! TENGO MIEDO!!!

Domingo a las 05:00 sonó el despertador, obviamente un sueño tremendo, por lo que lo pospusimos y nos terminamos levantándonos 05:30, desayuno expréss y salimos. Era de noche,  sólo una vez corrí casi de noche, fue en el Sudamericano de Media Maratón en Buenos Aires en 2011, pero ésta era la carrera más temprano que iba a correr.
Entramos en calor como lo hacemos normalmente, las piernas las sentía dormidas pero estaba todo pronto para largar. Hay que destacar que la prueba largo absolutamente en punto, en mi reloj eran 06:57 y estaban anunciando por el altavoz que faltaban menos de tres minutos para la largada. Me dio para hacer dos progresivos y meterme en primera fila. Cuando quise acordar ya estaba en el 3,2,1 largaron. Largué un poco incomodo, era la sensación de tener que frenarte constantemente, algo que la piernas no conocían, pasamos el primer kilometro 3:28, seguía sintiéndome incomodo, sensación que no paró hasta el kilometro 10, pero no llegaré hasta ahí todavía. Cuando fuimos hasta la calle Minas y doblamos nuevamente hacia atrás por 18 de Julio empezamos a cruzarnos con todos los que venían, era mucha gente y la gran mayoría nos daban su aliento, me hizo sentir muy bien, nunca me había pasado, y de hecho paso durante toda la carrera, gente que venía con la fuerza contada y todavía gastaba un poco más para darme su aliento, debo agradecérselos de corazón porque me sentí muy querido.El día anterior a la carrera muchos me preguntaron si estaba nervioso o cómo me encontraba para la carrera. La verdad no estaba nervioso, iba a ajustarme a lo que habíamos pactado con mi hermano, 30 kilómetros a 3:30 y lo demás como podamos, la idea era entrar entre los tres primeros. Aunque me daba un poco de miedo, porque si bien el ritmo que iba a manejar era un ritmo tranquilo, ese no es el problema en el maratón, sino el famoso muro, que a veces no distingue de ritmos y sin que te des cuenta está ahí para que te des de lleno. Estaba la posibilidad de que el muro en mi carrera no apareciera, por el sólo hecho de que no correría a tope, es decir si corría a lo que debería, para hacer mi mejor marca o por lo menos una marca decente, debería haber corrido diez segundos aproximadamente mas rápido por cada kilometro, pero no era la idea. Encontrarse en buena forma y haber hecho una base de buenos kilómetros al inicio de la temporada me dejaría correr mi primer maratón sin prepararla. Algo que realmente me preocupaba era que, hacía  un par de días  me venía doliendo un poco la rodilla.  Era una molestia, pero el año pasado ya había estado mal de una rodilla y no podía correr ni dos minutos. Era una molestia, y el miedo real es que me volviera ese dolor que tuve antes, existía la posibilidad, había 42 kilómetros para que pudiera  aparecer. Pero ahí no quedó la cosa, sino que también sentía también que estaba pisando mal, o sea, sentía mucha presión sobre el metatarso  del pie derecho, y con más de dos horas corriendo tenía miedo de romper algo ahí también, comenzó  como una molestia, y sabia porque estaba sucediendo, pero no podía hacer nada para pisar de manera que no me doliera. Generalmente cuando me pasa eso es porque estoy pisando mas con una pierna que con la otra, lo podía sentir, trataba de apoyar la izquierda y era como si sólo me deslizara con ella y la derecha aguantara todo el peso.
Pensé que pasaría, como a veces me pasa en fondos largos, y por momentos me dolía tanto que cuando mi pierna derecha estaba en el aire arrollaba los dedos para que se me calmara, pero volvía nuevamente el dolor! Nunca paró  y me acompañó  los 42 kilómetros.
El tiempo seguía pasando y los kilómetros tambien, la carrera se me hacía muy rápida, sentía el ritmo muy suelto, mi hermano me decía que me frenara. Cuando pasamos el kilometro 18 marcó una hora de carrera, y seguimos al ritmo que era por debajo de 3:30. El viento estaba en contra y por momentos cruzado, venia  tan cómodo que sentía frío, no llegaba a levantar tanta temperatura como si estuviera corriendo mas al límite como en carreras más cortas. Pasamos por el kilometro 25 y mi hermano me comenta el parcial,  1h:25, le dije "si pasamos los otros 17k en una hora nos da para 2h25:00, cuando peguemos la vuelta corremos con viento a favor y vemos que pasa". A mí sólo me importaba pegar la vuelta en la Rambla y Barradas para tener el viento a favor, ahí descontaría segundos por si llegado el caso tuviera que bajar el ritmo. Después de que giré para el retorno por la rambla, me solté de tal forma, que en dos kilómetros le había sacado mas de cien metros a mi hermano, ya lo veía un poco mal, no era su forma de correr habitual, por lo que me quedé bastante y  trotando muy suave hasta que me alcanzó, ya no iba a correr tan rápido como venia, porque la idea era correr juntos. Seguimos corriendo hasta que dijo ¡pará! le pregunté como estaba, me dijo que cansado, le respondí, "dale recupérate y seguimos tranquilos". Estuvimos parados un rato y comenzamos a correr nuevamente, hasta que volvimos a parar, nos quedamos otro rato, nuestro amigo Jairo que nos vigilaba a unos metros en la bici le dio hidratación y Gatorade, volvimos a retomar la marcha  hasta que paró por tercera vez y me dijo que siguiera, le respondí "recupérate y seguí tranquilo".
Pasado el kilometro 30 comencé a sentir la sensación de calambre en el posterior izquierdo, y trataba de no hacer el recobro muy alto para que trabajara lo menos posible, igualmente ya esa altura  me había aburrido de correr y solo quería llegar.
Solo  12 kilómetros me quedaban, me encontraba bien, pero estaba preocupado porque le pase algo a mi hermano, Jairo lo vigilaba de cerca y luego se me acercó, me preguntó cómo estaba y le dije que bien, que se ocupara de Martin. Pasaron algunos kilómetros más y a la altura de Kibon  veo a Jairo y me dice que Martin había abandonado la carrera.  Recuerdo que después que terminó la carrera me contó que Martin se abrigó y le pedía que lo llevara en la bicicleta, - Jairo le decía ¿estás loco?, y Martin ya se había subido a ella. Le dijo que se tomara un taxi, pararon uno y se fue,  ahí Jairo fue a alcanzarme a mí.  Me volvió a preguntar cómo estaba y le volví a responder que bien, muy bien, pero ya estaba aburrido de correr, quería llegar, el ritmo ya no me importaba. Será porque no me lo tomé en serio o porque no estaba en los planes, pero sucedió algo que todos deben haber visto. Fue el calambre en mi posterior derecho a metros de la llegada. Ahora les voy a decir lo que  vi y pensé en ese momento.





DIME QUÉ SE SIENTE.

Después de ver el video de mi llagada que causó gran conmoción entre la colectividad del running, comentarios y publicaciones de amigos y conocidos en Facebook, debo agradecerles el apoyo, el sentimiento de compañerismo, aunque a algunos nunca los haya conocido más que por esa red social o un saludo en alguna carrera. Para algunos fue algo distinto, para otros un ejemplo de valentía, de deporte o de lo que cada uno piense o pensó en el momento que lo vio.
El hecho de no haberme tomado en serio esta maratón en el sentido de buscar una marca o correrla a tope me quitó mucha responsabilidad, nervios y no me dejó cómo podría haberlo hecho si hubiera corrido al máximo.
Si leyeron lo que les he venido contando, fui toda la carrera de forma cómoda, hablando con mi hermano, a Jairo cuando se acercaba, el temor era el volumen en este caso y no la intensidad, o sea el ritmo. Pero la gente no sabía esto, sólo mi entorno, y capaz no pensé en ese momento que sólo llegar a terminar la maratón es un logro para mucha gente, o por le menos la primera,. No es que lo haya hecho de malo, ni me crea un súper corredor, porque sólo vi como obstáculo en este caso la distancia, y confiaba demasiado en mí como para no sentir que no llegaría.
De afuera se vio lo que cada uno se imaginó, no suelo ser así a la hora de competir pero en esta ocasión  al correrla deje mis sentimientos de lado, sólo esta vez, porque generalmente tengo todas mis competencias marcadas y les doy toda la importancia a cada una de ellas ; el que me conoce sabe que me pongo mal cuando no me va bien.
Agradezco a dios por darme fuerzas en todo momento en esta carrera, porque 42 kilómetros no es poca cosa, ustedes lo saben, y faltando pocos metros sucedió, el famoso calambre.
No lo podía creer, venía muy suave, era llegar al trote, y ¿cómo se me vino a complicar un partido fácil?. Recuerdo decirme no me puede estar pasando esto, ¡que vergüenza por dios!  Me apoyé sobre mis rodillas para poder mantener el posterior estirado, pero el calambre no pasaba, de lejos controlaba el reloj que seguía corriendo, pero lo peor no fue eso, sino que se me empezó a acercar todo el mundo, me habían rodeado y entre el ruido que había no sentía lo que algunos me estaban diciendo, mi cara estaba desfigurada, no podía creer la manera en que terminaría esta carrera. Se me acercan los payasos que estaban animando el evento y querían ayudarme, pero de la organización decían a los gritos, ¡no pueden ayudarlo!.
Yo me encontraba con todas mis fuerzas, pero la gente no sabía eso, sólo querían ayudarme, recuerdo decirles ¡estoy bien, estoy bien!
Sin dudas quedarme ahí  parado acalambrado, hizo que me muriera de vergüenza, nadie sabía, mi cara no era de dolor, sino que me sentía patético, un idiota que estaba haciendo el ridículo, ¡tenía que irme rápido de ese lugar!. Recuerdo la frase, "vámonos que nos vieron" y seguí caminando, llegue enojado con lo que me había pasado y pensando en el papelón que había hecho, sinceramente así lo pensé. Pero los días posteriores me dijeron otra cosa que realmente me dejó de cara. Había hecho historia sin quererlo ni pensarlo: la primera Maratón de Montevideo había tenido al primer uruguayo dejando todo en los últimos metros, si yo no lo sentí así, el cuerpo así me lo manifestó.




YA NO PUEDO NI PENSAR. 

No me había puesto a pensar hasta que me lo dijeron, "fui el primer uruguayo",  cosa que no sentí en el momento ni lo siento nunca, a no ser que corra afuera del país. Estoy acostumbrado  a correr con Aguelmis y para mí es como los demás corredores, lo conozco desde que llegó a Uruguay,  como también a Rafael su entrenador, pero mucha gente me resaltó  y se emocionó con eso, de manera que en la televisión me nombraron como "el mejor uruguayo" - aunque me hayan dicho "Martin" -  y en Facebook varias personas me lo recordaron sintiéndose orgullosos de que yo represente al país en esa maratón.

Los corredores de calle son más apasionados que los atletas que compiten en la pista, son más amateurs y realmente disfrutan cuando corren, corren lo que sea, cuando sea y donde sea, es  la diferencia de cuando corremos en pista,  parte de ese disfrute es cuando obtenemos lo que conseguimos, y no quiero generalizar pero yo lo siento así, por lo menos en mí.


NO SÉ SI VUELVO, ME ABURRÍ.

Luego de un rato de terminar la carrera y ya hablando con mi entrenador, me dijo "ahora a preparar Buenos Aires", le contesté "no sé si corro, me aburrí en ésta" y la verdad es que también tengo miedo, 3:30 no es lo mismo que 3:16/3:18, queda hasta octubre, tengo otros objetivos antes, igual o más importantes, veremos que sucede...
Muchas gracias por leerlo y por su apoyo. Saludos 

jueves, 8 de mayo de 2014

29:46 RUN LIKE HELL


RUN LIKE HELL

Lo más difícil del alto rendimiento no es llegar sino mantenerse, es caminar por un hilo delgado haciendo equilibrio, donde si nos caemos debemos volver a empezar el recorrido.
Luego de terminar de correr los 5.000 metros del Grand Prix "Darwin Piñeyrúa", me encontré en el vestuario con Luis Molina (argentino) y me mencionó la copa argentina de 10.000 metros, donde se juntarían para buscar marca, Federico Bruno - actual campeón de los 1.500 en los Juegos Odesur -, Mariano Mastromarino  - bronce también en los Odesur en los 3.000 metros con obstáculos -, Matías Schiel - que estaba volviendo de la inactividad y estaba levantando su rendimiento ; también estaría Andrés Zamora, con el que veníamos corriendo una seguidilla de carreras en forma muy pareja. 
Tomada la decisión de asistir al torneo, que era tres semanas después del Grand Prix, debíamos modificar la planificación de manera que nos dejara preparados para una prueba muy dura como son los 10.000 metros.
VIERNES: Salimos de Montevideo, mi hermano, nuestro amigo Jairo y yo. Llegamos a Buenos Aires sin complicaciones, almorzamos, pasamos por la tienda de New Balance a comprar algunas cosas, tomamos algo de merienda y nos fuimos a Retiro a tomar el bus hacia Rosario.
Con el tránsito denso el bus demoró un poco más de lo normal, pero ya teníamos el hotel reservado, así que sólo faltaba instalarnos, dejar los bolsos, salir a cenar para luego dormir tranquilos.
SABADO: Dormimos bien  toda la noche, nos levantamos a desayunar y volvimos a la cama.  Nos entretuvo un buen rato la Tele y un  juego de competencias de motos en el celular.
Habíamos acordado salir a trotar cerca del mediodía así luego almorzábamos y nos acostábamos a dormir una siesta.  A eso de las 13:00 horas salimos hacia la zona del estadio Jorge Newbery donde competiríamos para mostrárselo a Jairo que no lo conocía.
Con el trote de ese día esperaba que se me fuera un poco el dolor y la hinchazón que tenía en las piernas producto del viaje y las vueltas que habíamos dado. Llegamos a la pista, estaban en un torneo, fuimos hasta una de las canchas que están en el fondo, trotamos una vuelta y encaramos rumbo al hotel. 
Yo seguía con las piernas ''raras'' de modo que comencé a correr más fuerte a manera de estirar la zancada, o sea, utilizar el largo total para ver alguna sensación extraña que pudiera tener.  Luego de esos metros corriendo más rápido, seguimos trotando suave, y unos metros antes de llegar hicimos unos progresivos. Seguía sin novedad de cómo estaban mis piernas. Subimos al cuarto, estiramos, un baño y a almorzar.
Al regreso nos acostamos a mirar televisión, lo hicimos durante una hora y luego nos dormimos una siesta de dos horas aproximadamente.
Ya despierto revisé mi facebook y tenía un mensaje de Matias Schiel que me preguntaba si ya estábamos en Rosario, le dije que sí y entonces acordamos salir a cenar juntos. Nos pasó a buscar en auto y salimos rumbo al centro, buscamos en un par de sitios y nada nos convencía, hasta que nos decidimos por un tenedor libre, una buena opción para comer lo que quisiéramos... Ya estábamos aburridos de pizza, lo veníamos haciendo desde el viernes, pero a mí no me molestaba, sólo quería cambiar por pasta, una ensalada y un poco de carne.
Luego de la cena dimos unas vueltas por la ciudad y volvimos al hotel, miramos otro poco de televisión y nos dormimos.
DOMINGO: Nos despertamos, prendimos la tele, jugamos un poco con el celular (era una competencia entre los tres en un juego de motocross) y bajamos a desayunar.
Subimos, ordenamos todo el desastre que teníamos en el cuarto y nos acostamos otro rato (había que ahorrar energía)
Almorzamos en un sitio a dos cuadras del  hotel, tallarines con salsa y queso y una Pepsi fue el menú.  Al terminar, volvimos para descansar nuevamente hasta que sea la hora de irnos.
El día estaba nublado y no había casi viento. El sábado nos había dejado preocupados fundamentalmente porque sí hubo viento. Haber venido para tratar de hacer una marca y que te toque un día con viento es tener bastante mala suerte,  pero todo estaba ayudando y el clima se estaba poniendo ideal para correr.
Eran las 15:00 hs y ya salíamos, juntamos todo y partimos hacia la pista. Enseguida nos juntamos con los argentinos, fuimos a buscar el número de la carrera y nos sentamos en las gradas a hablar y ver las distintas series que había antes de nuestra carrera que era la última.
Algo que debo resaltar: cómo sin hablarnos casi nunca, por más que somos amigos en facebook y las competencias que nos vemos son pocas, podemos tener una amistad deportiva con atletas de otros países, en este caso con los argentinos. A casi todos los conozco de años, pero es como si nos viéramos siempre.
Llegamos a la pista y ya me cruce con uno, después vino otro y así seguimos... Nos juntamos toda la elite de los corredores de fondo, tres uruguayos y cuatro argentinos, como si nos viéramos todos los días, charlando de entrenamiento, viendo las carreras que antecedían a la nuestra, entrada en calor juntos, chistes que hacemos mientras corremos... No siempre se dan esas cosas sabiendo que somos rivales directos.
ALEA JACTA EST: La suerte está echada.
Momento de entrar en calor. Comenzamos a hacer la movilidad cuando alguien nos avisa que nuestra serie no sería la siguiente sino que habría una antes por la cantidad de gente que había en la categoría mayores. Fuimos todos a averiguar y nos confirmaron que debíamos esperar otros cuarenta minutos aproximadamente.
Ahora sí, nos preparamos nuevamente para entrar en calor. Como les conté antes, éramos los tres uruguayos y los cuatro argentinos. Corrimos por fuera del estadio, alrededor del hipódromo y un parque inmenso donde mucha gente estaba jugando al fútbol.
Iban dieciocho minutos y ya casi estábamos prontos. Volvimos a entrar al estadio, estiramos, hicimos los ejercicios de técnica y nos cambiamos para entrar a la pista.
Ya adentro, comenzamos a hacer progresivos hasta el momento en que empezaron a llamarnos para la presentación: todos en fila mirado hacia la tribuna esperando que nos nombren para saludar. 
Lo hicimos y retomamos con un par de progresivos más hasta que llegó la  hora de largar. 
Nos acercamos a la línea, cuando nos dieron la voz de a sus marcas, me ubiqué en el andarivel 5 o 6. Siempre lo hago así, para salir rápido por fuera y poder ubicarme rápidamente delante. 
Muchas veces sucede que corredores que tienen un tiempo mayor al tuyo salen en punta y no te dejan pasar, y complican la salida.
En charlas de facebook habíamos acordado tirar entre todos los que corriéramos en punta para poder hacer una buena marca. Luis Molina  dijo "tiro el primero!" y de hecho cuando sonó el disparo de largada se puso en primera posición. En el paso de los primeros doscientos metros, donde generalmente controlamos el ritmo, marcó unos treinta y cinco segundos,  pero cuando llegamos a los cuatrocientos la vuelta marcó 1'12''. Inmediatamente mi hermano se puso primero al tomar la curva. Cuando vi el 1'12'' en el reloj salí detrás de él,  y la segunda vuelta fue a 1'10''. 
Al iniciar la tercera, y luego de hacer la primera curva, le dije que se abra, me quedé yo primero, él detrás de mí, y así comenzamos a tirar una vuelta cada uno.  Habíamos ido a correr para hacer una buena marca y si nadie tiraba o no podían hacerlo más rápido, yo lo iba a hacer. Estaba corriendo para mí, no me interesaba si después no podía aguantar el ritmo o se me iban yendo las vueltas. 
Seguimos vuelta tras vuelta corriendo solos en punta con mi hermano. El pelotón con los otros cinco venía algunos metros detrás. Yo estaba corriendo sin reloj, de modo que solo podía ver el tiempo total en los dos relojes que había en la pista, uno en la llegada y el otro en la curva de los 200 metros.

Veía el tiempo mientras sacaba cuentas, pero me perdía con los números ya que no podía distraerme demasiado pensando en eso, sólo prestaba atención a cuando se daba el parcial cada mil metros para ver qué margen tenía para debajo de treinta minutos.
Al iniciar la tercera, y luego de hacer la primera curva, le dije que se abra, me quedé yo primero, él detrás de mí, y así comenzamos a tirar una vuelta cada uno.  Habíamos ido a correr para hacer una buena marca y si nadie tiraba o no podían hacerlo más rápido, yo lo iba a hacer. Estaba corriendo para mí, no me interesaba si después no podía aguantar el ritmo o se me iban yendo las vueltas.
Seguimos vuelta tras vuelta corriendo solos en punta con mi hermano. El pelotón con los otros cinco venía algunos metros detrás. Yo estaba corriendo sin reloj, de modo que solo podía ver el tiempo total en los dos relojes que había en la pista, uno en la llegada y el otro en la curva de los 200 metros.
Les decía antes que tengo muchos conocidos en Argentina, y algo que hay que destacar es que todos ellos daban aliento, no sólo a sus compatriotas, sino también a nosotros. Cuando lo lógico sería que nadie hinche por ti en otro país, el grito de "¡Vamos uruguayos!" lo podía sentir en varias partes de la pista, y lejos de que sean cálidos y simpaticemos con ellos, creo que de algún modo esa acción de parte de ellos se explicaba por el espectáculo que estaba aconteciendo: había dos tipos corriendo solos, hermanos mellizos, tirando una vuelta cada uno separados del pelotón y corriendo para un ritmo debajo de treinta minutos. ¡Que levante la mano el que vio correr a alguien por debajo de treinta minutos!. El estadio estaba viendo un gran espectáculo y de concretarse seria una carrera única en ese estadio, por el final que tuvo y por cómo se dio la carrera. 
.
Iban pasando la vueltas y tenía a Florencia Borelli alentándonos en la recta principal. En la curva luego de pasar la llegada, pude escuchar a Jorge Basarico. También había más gente que no sé quiénes eran, no pude distinguirlos a lo lejos, pero también nos alentaban. En la mitad de esa curva estaba nuestro amigo Jairo que dejó los pulmones gritándonos, tambien a Mariela Ortiz por ahi tambien la habia visto.
La pista estaba quedando oscura,  la veía oscura. El lugar donde estaban los relojes brillaba y era el punto donde había más luz. No recuerdo ni qué pensaba, y de hecho no sé ni qué se piensa en una carrera, y tengo más de diez años corriendo. Todas son diferentes. 
Recuerdo que antes de pasar los cuatro mil metros le digo a mi hermano, "hay que correr hasta el cinco, después hay que aguantar" , y parte de lo que pensas es en no quedarte, en aguantar el dolor, si lo hay!. En esta carrera no sentí dolor, nunca fui muriéndome como en otras, mis piernas iban increíbles, y el hecho de no sentir dolor no es porque fuera cómodo; cuando estás en buena forma la carrera es así, se hace más fácil que de costumbre, y solo te librás del dolor muscular, pero debes poner tu energía en mantener el ritmo, que inconscientemente está cayendo vuelta tras vuelta y no porque te estés muriendo, sino porque las fracciones de segundos empiezan a sumar y al final el parcial se dispara.
Antes de entrar en calor para la carrera me dolía todo, muchas veces es de los nervios,  aunque digamos o pensemos no estarlo el cuerpo se "ataja" para lo que viene, sentía duras las piernas, y recuerdo que los posteriores me molestaron los tres días anteriores. Cuando estuve con mi masajista el día jueves fue una de la cosas en las que le hice hincapié que debía arreglarme, hizo lo mejor que pudo y ese mismo día los sentí mucho mejor, pero el viaje y un poco de la caminata que hicimos con los bolsos el viernes me dejo las piernas muy rotas, o por lo menos así lo sentía. Recuerdo estar acostado mirando televisión mientras me masajeaba un poco y me dolía tremendamente. Además de sentirlos contracturados también veía las piernas hinchadas, y tenía miedo de que me fallen en esta carrera que era muy importante, era de esas carreras que si o si no te puede ir mal, y a veces no depende de cuánto empeño le pongas, porque cuando tienes un mal día, tienes un mal día.
De nuevo en la carrera, las vueltas pasaban, no podía controlar el tiempo ya que no tenia reloj, solo veía el tiempo total en los relojes que había mencionado, y sacaba cuentas del margen que nos quedaba, aunque ya sobre el final de la carrera no sabía ni que números veía y en un rato les diré por qué.
Si me pongo a pensar en toda la carrera, sólo recuerdo de a momentos... Algunos  de cuando cambiábamos de posición, el de adelante se abría para que el otro pase y así comenzara a tirar. También recuerdo la pista más oscura de lo que realmente estaba, lo pude comprobar con una filmación que luego vi de la carrera.
Las vueltas seguían y ya no sabía que decía el reloj. 
Cuando faltaban  seiscientos metros siento los pasos de alguien, miro hacia la derecha y era Federico Bruno que me pasaba. Lo peor estaba sucediendo, no entendía nada. También Luis Molina estaba ahí y me pasa en la curva.
Ya entrando a la recta principal y por pasar a la última vuelta, me encontraba en cuarto lugar, y pensaba - ¡esto no me puede estar sucediendo! -, trataba de seguirlo y era como si no pudiera ir más rápido. Parecía un sueño, y los corredores deben haber tenido varios, sobre todo antes de la carrera. Sueñan que están corriendo y se les escapan los adversarios y no pueden correr, tratan de todas las formas correr tras de ellos y no pueden moverse, es como en cámara lenta. Todo es gris y oscuro... así lo sentía yo, y no lo sentiría sólo en esa parte de la carrera, sino que me volvería a pasar nuevamente en la última vuelta.
Última vuelta, suena la campana. La gente que estaba observándola se imaginaba una carrera donde quizás, si Andrés Zamora no hubiese levantado el ritmo, nunca nos habrían agarrado.

La última vuelta se transformó en la más rápida que hice en cualquier carrera de pista.
Me encontraba cuarto y tomaba la curva que estaba oscura, los seguía de atrás pero habían levantado aun más el ritmo, sólo podía ver como se me iban y no podía perseguirlos, y peor aún, sentía pasos detrás de mí y no me animaba a mirar a cuánto venían. 
Estaba entrando a la recta opuesta, faltaban menos de trescientos metros, ahora doscientos cincuenta, y miro hacia la derecha y me pasa Andrés Zamora, me pasa de una forma que me deja parado y todo intento que hice fue en vano. Sin duda trate de aumentar la velocidad pero se me iba, y se me seguía yendo... Ahí ya no pensaba, me había quedado sin respuesta. Detrás venía alguien más, era Mariano Mastromarino, ésta vez no iba a dejar que me pasen. Llegando ya en frente al reloj de la curva de los doscientos, veo un 29:16, 29:17 que brillaba, todo iba en cámara lenta... Tenía mil cosas en la cabeza, ya no veía a los de adelante, y pienso, - con treinta y tres segundos me da por debajo de 29:40 - , ahí se puede ver el grado de fatiga que tenía que ni sumar podía ya. 
Sentir que podía correr por debajo de esa marca me dio fuerzas y todo pasó de estar en cámara lenta a estar en una velocidad más rápida. Es cuando comienzo a correr los últimos doscientos metros. La curva estaba muy oscura, y en la mitad de ella paso a Andrés Zamora, que al igual que lo había hecho cien metros atrás conmigo, lo dejé parado. Y seguí corriendo, creo que quería alcanzar a mi hermano y decirle, "corré que nos da".
Luego de entrar a la última recta  paso a Luis Molina y voy a buscar a mi hermano, pero no me dio la distancia, se me había terminado la carrera. 
Miro el reloj de llegada, decía 29:46. Ahí comprendí todo, había "enloquecido" y  no había sumado bien. Pensé de repente que estuvimos tan cerca de la marca. Sentía una pena inmensa porque lo habíamos hablado antes con mi hermano, él creía que estaba difícil hacerla, pero yo sentía que era posible, sentía que tenía que hacerla, era mi oportunidad de poder estar nuevamente en un campeonato internacional  de pista.
Trotamos una vuelta a la calma y así como corrí la carrera y todo transpirado, me despedí de mis conocidos y juntamos todo para irnos. En veinte minutos salía nuestro bus hacia Buenos Aires. Tenía botellas en mi mano, ropa suelta, dos pares de championes y la mochila, tiramos todo en un taxi y nos fuimos a la terminal. Andrés Zamora se nos había sumado y no tenia pasaje, le dijimos anda volando a sacarlo, pudo conseguir uno. Me terminé de vestir casi subiendo al bus.
Comenzó el viaje, hablamos un poco y se apagaron las luces. Miraba por la ventana, todo estaba oscuro y descampado, no podía dejar de pensar en la carrera, pensaba miles de cosas, entre ellas la posibilidad de volver a correr 10.000 metros, volver a intentarlo, pero lo veía lejano, sabía lo que me había demandado ésta carrera,  la "deuda de oxígeno" y "muscular" que aun debía pagar. 
Atrás quedaba el 30:36 con el que en 2008 hice la marca para el sudamericano Sub 23, y también ya era historia el 14:32 que hacía un mes había bajado
Me encontraba en la cúspide de mi carrera deportiva, y debía pensar qué movimientos hacer para tratar de estar en el Iberoamericano. Veremos que sucede...
Atrás quedaba el 30:36 con el que en 2008 hice la marca para el sudamericano Sub 23, y también ya era historia el 14:32 que hacía un mes había bajado.
Me encontraba en la cúspide de mi carrera deportiva, y debía pensar qué movimientos hacer para tratar de estar en el Iberoamericano. Veremos que sucede...